martes, 11 de marzo de 2014

30 años de Farolines y Zarambolas

Si hay algo que distingue y diferencia a los carnavales bilbaínos de los del resto del Orbe es la figura de Farolín y Zarambolas. Estos originales personajes vieron la luz en 1984, cuando apenas llevábamos cinco años celebrando los festejos carnavalescos tras décadas de prohibición. Sus perfiles se plantean tan opuestos como complementarios, ya que farolín encarna a ese bilbaíno “echao pa lante”, presumido y algo “tikis-mikis” que alardea de todo cuanto puede, mientras que zarambolas, de un temperamento más cachazudo y patxorra, se toma la vida con otra filosofía y procura no desperdiciar los muchos placeres que se le presentan. Eso sí, ambos tienen en común su amor a la Villa de Don Diego y méritos suficientes como para acompañar a éste en su pedestal de la Plaza Circular.

Y mira por donde, se cumple el treinta aniversario de tan destacados protagonistas, o lo que es lo mismo treinta y un elecciones de personajes y sesenta y dos personas, grupos o entidades elegidas a lo largo de todo este tiempo. Y para darles el valor y la importancia que merecían, la Konpartsa Moskotarrak decidió crear la denominada “Orden Botxera de Farolines y Zarambolas”, organismo que aglutina a cuantos fueron elegidos para tan distinguidos cargos.



Fue en 1999 cuando, a iniciativa de dicha comparsa, se quiso reunir a los farolines y zarambolas nombrados hasta ese momento, al objeto de conmemorar el 20 aniversario de la restauración de los carnavales y el 15 de la instauración de dichas figuras. El festejo, que se llevó a cabo en la planta alta del antiguo Café Boulevard, fue presentado por el popular periodista Iñaki López y contó con una asistencia masiva, incluida la del entonces alcalde Josu Ortuondo. Dado el éxito de esta convocatoria, y con el decidido apoyo de Marino Montero y el Grupo Iruña, a partir del año 2000 se empezaron a celebrar las primeras reuniones de esta simpática agrupación.




Como toda Orden que se precie tiene que tener su heraldo, Moskotarrak ejerce desde entonces tan importante cometido, velando por el buen funcionamiento de esta singular entidad bilbaína. El calendario es sencillo. El primer lunes tras la festividad de Reyes, la Orden Botxera se reúne para proponer nuevas candidaturas a farolines y zarambolas. A esta reunión, que se celebra en el Café Iruña alrededor de unas buenas tazas de chocolate, pueden acudir todos cuantos hayan desempeñado anteriormente esas funciones, además de representantes del Ayuntamiento y Bilboko Konpartsak (estos con voz pero sin voto) para poder recabar de primera mano las distintas propuestas y su consiguiente debate. Será finalmente la Comisión de Fiestas quien decida los nombramientos. Pero lo que si se decide en esa velada es, desde el año 2006, la denominada “Txirenada del Año”, un invento propio para destacar esas “bilbainadas de estos tiempos”, ¡que todavía las hay! Si en aquella ocasión se le entregó al famoso calendario de los bomberos -en su primera versión-, esta última vez se ha otorgado a la original carrera de patos celebrada en la Ría, promovida por la Asociación  WALK ON PROJET. Tras este encuentro se lleva a cabo una segunda sesión el Jueves Gordo del carnaval, donde se recibe como es debido a los nuevos cargos ejercientes con una imposición de antifaces y la inauguración de sendas placas con sus nombres, que se unen a las de todos los anteriores, así como con la entrega del precioso diploma realizado por K-Toño Frade para acreditar a los ganadores de la txirenada.



Valga la redundancia pero un club tan txirene como este es, sin duda, otro de los muchos lujos que tenemos en esta bendita Villa.
Jose Mari Amantes

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